Raleigh.- Con altares cargados de simbolismos, diversas danzas, calaveritas de azúcar y platos tradicionales, la comunidad latina del Triángulo celebró por adelantado el Día de los Muertos.
El domingo 31 de octubre, el parqueadero de las oficinas de El Pueblo en Raleigh se transformó en una zona donde la conexión entre el mundo terrenal y el mundo de los muertos se manifiesto.
Dicho evento fue organizado por El Pueblo y los grupos de base Justicia y Esperanza, Mujerxs Organizando Oportunidades Notables, Comité de Acción Popular y Henfact Henderson Fuerza Activa.
Los participantes pudieron apreciar cuatro altares que honraron la vida de quienes se adelantaron en el camino, pero también para pedir justicia por aquellas vida que fueron arrebatas de manera violenta.
Es así como hubo un altar dedicado a los trabajadores esenciales que perdieron la vida debido a la pandemia del COVID-19 o por accidentes laborales.
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Otro altar fue un llamado para reflexionar sobre las vidas perdidas en la frontera entre México y Estados Unidos pero también por la memoria de aquellas personas de la comunidad LGTB que han muerto en una cárcel de Inmigración.
Las víctimas de violencia doméstica también tuvieron un espacio para ser recordadas. Este altar fue levantado por el Comité de Acción Popular como un recordatorio que no se puede permitir que más vidas se apaguen debido al feminicidio.
También hubo un altar comunitario donde los asistentes al evento pudieron poner las fotos de sus seres queridos y sus ofrendas.
DANZAS Y LLORONA
Deleitaron con su arte la Danza Azteca Guadalupana fundada por Antelmo Salazar en 1995 en la ciudad de Henderson Carolina del Norte con el objetivo de preservar nuestras tradiciones y cultura. Así como la Danza Matlachines Divina Misericordia, autóctona de México y representada por la familia Ortiz.
La familia Ortiz también presentó la Danza de los Viejitos de origen Purépecha. Esta es una de las danzas más antiguas y representativas del Estado de Michoacán que tiene un sentido ritual y religioso dedicada a Tata Huirata (Dios viejo) y relacionada con el ciclo agrícola ya que se baila cada cambio de estación.
Finalmente bailamos con la danza de los Chinelos, la cual nace en el municipio de Tlacayapan Morelos, México en 1807. La versión más difundida sobre su origen hace referencia a las rencillas que existían entre españoles e indígenas por la exclusión de estos en las festividades del carnaval. Es así como los Chinelos se convierte una mofa a los patrones Gachupines. Esta danza en Carolina del Norte está a cargo de Carmen Sedano y Eduardo García.
Los asistentes también disfrutaron de la voz de la pequeña Valentina que interpretó la Llorona.
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